CARACTERÍSTICAS DE GÉNERO DE LA POESÍA
La poesía lírica
tiene
su origen en la Grecia
clásica, en las composiciones de carácter sentimental
destinadas a
ser cantadas con el acompañamiento de
la lira. Es el género subjetivo por excelencia: se basa en la revelación y profundización en
el propio
yo. En la lírica predominan dos funciones:
·
la función expresiva: exteriorización de los sentimientos, emociones, ideas o de la visión de la realidad que tiene el autor: de ahí la presencia habitual de éste en el poema, manifestada a través de elementos deícticos
y del
uso de la primera persona verbal.
Esta presencia del
“yo”
se acompaña frecuentemente por
un “tú”,
que frente a la definición de
aquél es de referencia cambiante: puede ser la amada, el mundo, la poesía,
el lector...
·
la función estética:
uso de un lenguaje que potencia los elementos estilísticos y retóricos y
en el que tiene
un valor
decisivo la connotación. Por
eso se trata a menudo de un lenguaje opaco y hasta hermético.
Formalmente, la
lírica se manifiesta
casi
siempre en verso y en
composiciones generalmente breves. Los subgéneros más importantes son:
·
formas clásicas: oda, elegía, égloga, epigrama, epitalamio...
·
formas tradicionales: canción, romance, letrilla, villancico...
El factor organizador en
los textos en verso es el ritmo, que se basa en la existencia de regularidades rítmicas a lo largo del
texto. El análisis de estas regularidades es lo que conocemos como análisis métrico.
El primero de los elementos a
considerar en un
análisis métrico es la medida de los versos: número de sílabas métricas (que
no tiene
por qué coincidir con el de
sílabas fonéticas).A la hora
de medir han de tenerse en
cuenta los
diferentes fenómenos métricos que afectan a la medida:
·
el acento final: final agudo=+1 sílaba; final esdrújulo=-1 sílaba.
·
la sinalefa:
unión en una sílaba de dos o más
vocales pertenecientes a sílabas diferentes (final de palabra en vocal y principio de palabra en vocal o h).
·
otros fenómenos: diéresis (ruptura de
un diptongo); sinéresis (unión en diptongo de dos vocales
que no lo forman); compensación y sinafía.
El segundo elemento es
la rima:
repetición de los sonidos finales de los versos
a partir de la última vocal tónica. Puede ser de dos tipos:
·
consonante: coinciden todos
los sonidos.
·
asonante: coinciden sólo las vocales.
El tercer elemento es el ritmo acentual, determinado por la disposición de
los acentos en los versos (los acentos rítmicos tampoco tienen que coincidir necesariamente con los fónicos).
El cuarto y
último elemento es la disposición de las pausas. Hay dos tipos de pausas:
·
obligatorias (se produce en ellas el acento final e impiden la sinalefa):
o en los versos hasta
de once sílabas, sólo es obligatoria la pausa final.
o en los versos
de
doce y más
sílabas es obligatoria también una pausa intermedia o
cesura, generalmente en la mitad, que
divide el verso en dos partes llamadas hemistiquios.
·
no obligatorias: se producen en
el interior de
los versos cuando hay signos
de puntuación (no impiden la sinalefa).
Cuando
no
coinciden
la pausa final
y la
pausa sintáctica natural se producen encabalgamientos.
Si
el poema carece
de una medida regular y de rima,
se trata
de una composición en verso
libre.
LA POESÍA ESPAÑOLA HASTA 1939
La poesía
sigue,
en general, los mismos pasos
que la novela: Modernismo, Novecentismo, vanguardias y rehumanización. La influencia del Modernismo es patente en las primeras décadas del siglo, no sólo en
autores
estrictamente modernistas, como Manuel Machado, sino en poetas noventaiochistas
e incluso novecentistas. El Modernismo
se caracteriza por la utilización de un lenguaje estético y elaborado y por su actitud romántica de
evasión de la realidad. El poeta más
importante de esta etapa es
Antonio Machado, cuya obra abarca el influjo modernista (Soledades) y
el
noventaiochista (Campos de Castilla),
e incluso actitudes comprometidas en la segunda edición de este último título.
Durante el período novecentista destaca la figura de Juan Ramón
Jiménez: su obra escapa de cualquier intento de
encasillamiento: modernista primero, simbolista
después, vanguardista... Incluso tras la guerra, en el exilio, su obra será la referencia de la poesía española.
Las primeras experiencias vanguardistas -creacionismo y ultraísmo- se caracterizan por la originalidad y
el juego con el lenguaje; destacan autores como Guillermo de Torre y Juan Larrea.
A la Generación del
27 le corresponde llevar a su máxima expresión la literatura vanguardista en
España y también el comienzo de
un proceso de rehumanización literaria que se vería truncado
por el estallido de la Guerra Civil.
Los autores más significativos del grupo son Luis Cernuda,
Rafael Alberti, Federico García Lorca (Poema del
cante jondo, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, Romancero gitano, Poeta en Nueva York), Gerardo Diego (Alondra de verdad, Imagen, Manual de espumas), Dámaso
Alonso (Hijos de la ira).
En cuanto a
los rasgos
estéticos de
la Generación del
27, pueden señalarse algunas características comunes a
todo el grupo: sentido trascendente de
la poesía, depuración del
sentimiento, intelectualismo, poesía de
contrastes, recuperación de las formas métricas clásicas, desarrollo de verso libre…
En general se admite el criterio de Dámaso Alonso
acerca de la evolución del grupo. Él habla de dos etapas:
·
Hasta 1927: es la etapa eminentemente vanguardista, de
poesía pura, hermética e intelectual, basada en
la metáfora y
en la creación
de
un lenguaje poético elaborado, bajo el modelo de Góngora. No obstante, en esta etapa ya aparecen las primeras muestras del futuro interés por la lírica popular.
·
Desde 1927 a 1936: es la etapa de la rehumanización,
del influjo
del surrealismo. Lo humano vuelve a
tener cabida
en la poesía:
primero en forma de expresión de
los sentimientos y
luego derivando incluso
hacia una poesía política y hasta revolucionaria acentuada por los acontecimientos históricos.
·
Habría que añadir una
tercera etapa, tras la Guerra Civil. El grupo se dispersa (Lorca ha
muerto, unos
se exilian
y otros
permanecen en España). Los poetas que permanecen sufren las
dificultades de
la posguerra, pero
son
capaces
de marcar el camino a las nuevas generaciones con una poesía
existencial (Hijos de la
ira, de
Dámaso
Alonso)
o solidaria
(Historia
del corazón, de Vicente Aleixandre).
Entre los
exiliados predomina
el
sentimiento
de nostalgia y desarraigo.
LA POESÍA ESPAÑOLA
DESDE
1940 HASTA LOS AÑOS 70
En líneas generales, la
evolución de
la poesía española de
posguerra
es bastante similar a la de la novela:
existencial en los 40, social en los 50, experimental en los 60 y abierta a diversas tendencias a
partir de los 70.
En la década de los 40
, durante la inmediata posguerra, la poesía está muy condicionada por la situación
histórica: los poetas
buscan
un sentido a la realidad,
que encuentran en la espiritualidad o en la queja. En general, se trata de una poesía fuertemente individualista. Conviven tres tendencias:
o una poesía arraigada, conforme con
el régimen de Franco: los autores, agrupados en torno
a las revistas Garcilaso y Escorial, exaltan
el pasado imperial y
recuperan temas (religión, paisaje, amor) y formas (soneto) clásicas.
Los más
destacados son
Luis Rosales,
Luis Felipe Vivanco, Dionisio Ridruejo, Leopoldo Panero...
o una poesía desarraigada,
en
desacuerdo con su
realidad. Como
en
la novela, esta poesía
aborda una temática existencial: angustia, duda, con lo social como
trasfondo. El
tono es trágico,
el lenguaje desgarrado y la forma más
utilizada es el verso libre. El núcleo de
esta tendencia es la revista Espadaña.
o poesía
vanguardista, ajena a la situación
del país y dedicada a la experimentación lingüística y
formal. Sus principales representantes son el Grupo Cántico, liderado por Pablo
García
Baena, y el postismo, último vanguardismo
español, que se define a
sí mismo como “surrealismo ibérico”, encabezado por
Carlos
Edmundo de Ory. Los poetas del grupo Cántico, muy
influidos por
Guillén y Cernuda, tratan sobre todo
sobre el amor muchas veces manifestado en
formas de amor prohibido. Por su parte, los postistas reivindican la libertad creativa
y el sentido lúdico de la poesía.
En los años 50 la poesía
se hace más abiertamente social: se busca
el testimonio crítico de la realidad española; los temas son: la injusticia
social, la libertad, la explotación política,
el trabajo...El lenguaje es
llano y asequible. Los autores más importantes son Blas de Otero,
Gabriel Celaya, José Hierro –aunque la trayectoria de
éste abarca
mucho más que esta tendencia y
se desarrolla prácticamente durante toda la segunda mitad del siglo XX- y Ángela
Figuera. La poesía
social deja a un lado
los problemas individuales para centrarse en los colectivos.
Del mismo
modo abandona el
lenguaje esteticista a favor de una poesía
clara, e incluso
coloquial capaz de llegar a una mayoría de lectores.
Durante los años 60
los poetas abordan una renovación del lenguaje, haciéndolo más elaborado y
retórico. Aunque no se
abandona el testimonio crítico, los temas se orientan preferentemente hacia
lo personal: la
infancia, el amor,
la familia...Los autores más significativos son: Claudio Rodríguez, Ángel González, José Ángel
Valente, Jaime Gil de Biedma... Se trata
de una
poesía escéptica, que
asume su incapacidad para cambiar la realidad, de
modo que se centra en lo cotidiano e íntimo.
En los años 70,
tras la revolución cultural del “mayo del
68”, irrumpe el grupo de los Novísimos (Pere Gimferrer, Félix de Azúa, Vicente
Molina Foix,...) que aportan nuevos
aires a la poesía, llenándola de mitos de la civilización moderna: el cine, la música
y la cultura pop,
el cómic, el jazz y, en general, todas las manifestaciones culturales consideradas marginales
hasta entonces. Una tendencia muy
particular dentro del grupo la constituyen los poetas culturalistas, influidos por
la poesía
de Kavafis y por la estética decadente de Venecia.
Los novísimos son
también conocidos como
Generación del 68, en referencia a la revolución cultural del mayo del
68. Su lenguaje es claramente esteticista y refinado.
El estudio de la poesía española en
esta etapa
debe incluir
necesariamente a los poetas que
escriben su
obra en el exilio. Durante el Guerra civil y tras
su finalización unos 400 mil españoles (muchos regresaron al poco tiempo) de los más
diversos niveles
sociales y culturales tuvieron que emigrar primero
a
Francia y después a Hispanoamérica, especialmente a México. Muchos poetas cuya trayectoria había empezado antes de 1936 siguen escribiendo
en el exilio: son
poetas bien conocidos como Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas,
Luis Cernuda o Rafael Alberti. Pero a estos nombres hay
que unir
otros
como León Felipe o Juan Gil Albert.
El tema primordial de la poesía en el exilio es España: la evocación
de la guerra, la amargura de la derrota o
la denuncia contra los vencedores. Pero poco a poco nuevos asuntos van ocupando los poemas: la nostalgia por la patria perdida, el amor, el deseo de volver
además de cultivarse temas tradicionales como el paso del tiempo, la muerte, los
sentimientos religiosos... En
cuanto al estilo, en principio emplean un lenguaje realista y
directo como continuación de
la poesía de combate, pero pronto se suceden otros estilos como la tendencia surrealista o
la recuperación de
formas clásicas o tradicionales.
LA POESÍA ESPAÑOLA DESDE LOS AÑOS 70 A NUESTROS DÍAS
En los años 70,
tras la revolución cultural del “mayo del
68”, irrumpe el grupo de los Novísimos (Pere Gimferrer, Félix de Azúa, Vicente
Molina Foix,...) que aportan nuevos
aires a la poesía, llenándola de mitos de la civilización moderna: el cine, la música
y la cultura pop,
el cómic, el jazz y, en general, todas las manifestaciones culturales consideradas marginales
hasta entonces. Una tendencia muy
particular dentro del grupo la constituyen los poetas culturalistas, influidos por
la poesía
de Kavafis y por la estética decadente de Venecia.
Los novísimos son
también conocidos como
Generación del 68, en referencia a la revolución cultural del mayo del
68. Su lenguaje es claramente esteticista y refinado.
Desde los años setenta, bajo el
influjo de los novísimos, la
poesía española presenta una gran
variedad
de
tendencias, tanto temática como estilística. Entre las más representativas están:
·
La poesía experimental (José Miguel Ullán),
que recupera las técnicas
experimentales vanguardistas, como el collage o los poemas visuales.
·
El culturalismo (Antonio Colinas,
Julio Martínez), poesía influida por el clasicismo
grecolatino y
la Edad Media.
·
El surrealismo, durante los años ochenta (Blanca Andréu,
Ana Rossetti), con un fuerte componente erótico.
·
La poesía metalingüística (Jenaro Taléis,
Jaime Siles,
Justo Navarro), también llamada poesía del silencio o minimalista, que entronca con la poesía pura y
se orienta hacia la indagación sobre
el lenguaje. Se trata de una poesía
muy depurada, exenta de adornos superfluos.
La
poesía
de la conciencia (Jorge Riechmann),
concebida como
acción social y política.
El “realismo sucio”
(Pablo García Casado), próximo al anterior y
bajo la
influencia del “dirty realism” norteamericano.
En los últimos años la poesía ha tendido a
superar la
influencia de los novísimos
para recuperar la
tradición literaria
anterior, especialmente los poetas de
la generación del medio siglo (Ángel González, Claudio Rodríguez…) Se produce una
vuelta a
formas clásicas como los endecasílabos o alejandrinos, junto al uso
de
un lenguaje cercano
y cotidiano y elementos irónicos y humorísticos. En cuanto a los temas, destacan
los urbanos, junto a
la rememoración de momentos de la infancia
o adolescencia. Autores representativos de
esta poesía son Felipe
Benítez
Reyes, Luis García Montero, Jon Juaristi o Andrés Trapiello.
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